sábado, 25 de diciembre de 2021

Lección 36, Noveno Grado, Tercera Orden

 "La Gran Impostura de la Historia"


-El Imperio Romano jamás dejó de existir-


Existe una sincronicidad poco casual entre el Personaje, cristianizado, del Rabino Jesús de Nazaret y el de su contemporáneo, el Filósofo pitagórico, nacido en Capadocia, Apolonio de Tiana.


No es menos curioso el que Apolonio de Tiana, en su prolongada trayectoria, visitara lugares, tan importantes para el cristianismo, como Tarso, lugar de nacimiento del apóstol póstumo de Jesús, Saulo o Pablo, considerado por muchos historiadores como el verdadero creador del Cristianismo; pero también lugares tan emblemáticos para el primitivo Cristianismo como Corinto, Éfeso y Esmirna, los cuales se mencionan en el Apocalipsis de Juan cómo asentamiento de las primeras comunidades cristianas en la Región.


También ponemos a consideración de nuestros lectores la sincronía existente entre la desaparición del Imperio Político-Militar de Roma y el nacimiento del Imperio Político-Religioso del Cristianismo Católico-Romano; que para más inri, decide situar su Sede Central en Roma, la Capital del Imperio desaparecido, instaurándose el actual Papado en el año 476; es decir, históricamente hablando, no existe esa línea contínua entre el Apóstol Pedro y los papas de Roma.


Pablo de Tarso, además del creador del Cristianismo está considerado, también, como uno de los apóstoles gnósticos junto al escritor del Evangelio de Juan.


El Cristianismo, al menos una versión romanizada, sería la que protagonizará la reforma religiosa del Imperio Romano. Los romanos no eran tontos y su panteón de dioses era grandioso, dado que a parte de las deidades griegas, renombradas, aceptaban las divinidades de las regiones conquistadas; pero llegó a tal punto de extensión mundial, su Imperio, que consideraron que la Religión, como herramienta de control de la Población, se había convertido en algo caótico y poco manejable. A partir de entonces y no mucho antes de la implosión del Imperio, los dirigentes de Roma decidieron que había que intentar una nueva Religión basada en el Monoteísmo.


Dado que los romanos, herederos de troyanos y etruscos, nunca fueron conocidos por su imaginación sino por su beligerancia bélica, buscaron en su pasada memoria. Judea había sido una Provincia anexionada por Roma y sus habitantes habían sido expulsados. Lo más lógico, para ellos, era pensar que, con el paso del tiempo, se irían diluyendo entre los países vecinos hasta desaparecer por completo; pero esto, del mismo modo o parecido, que con los gitanos no sucedió y la Comunidad Judía siguió manteniendo su identidad entre los pueblos que le dieron acogida.


Entonces Roma decidió tomar el Cristianismo, una Secta Judía de Pablo de Tarso, quien en su día fuera recaudador de impuestos, en la Zona,  para el Imperio.


Para darle mayor empaque a la nueva Religión, los denominados Padres de la Iglesia, decidieron revestir la figura del Rabino Jesús de Nazaret con el carisma de un Taumaturgo Griego conocido como Apolonio de Tiana. No contentos con ello, tanto al nuevo Personaje, convertido en Hombre-Dios, a modo y maneras del Heracles griego, Hércules romano, revistieron su entorno con características míticas de sus antiguos dioses. Así, la Madre de Jesús, María, recibiría los atributos de algunas de las más importantes diosas del Panteón Romano.


Con posterioridad, la Figura de Jesucristo, con características, tanto de Heracles, Perseo y Teseo, así como de su Madre con los atributos de Cibeles, Afrodita y Atenea, fue rodeada de un extenso panteón de santos que vendrían a sustituir a las divinidades menores del Panteón clásico de las deidades romanas.


Del mismo modo, crearon las festividades de la nueva Religión monoteísta, basándose en las del Panteón politeísta original. Así, tenemos que las saturnales y celebraciones del Sol Invicto, pasaron a dar forma a las festividades cristianas de la Natividad, entrada del Solsticio de Invierno y Semana Santa en Equinoccio de Primavera y así con el resto de festividades, transformándose la propia Virgen María en una infinidad de denominaciones, sin dejar de ser una única Entidad, para dar cabida a la cantidad de dioses que eran veneradas por el antiguo Imperio.


Desde los comienzos del Imperio Político-Religioso del Catolicismo Romano, se ha venido adoctrinado a los niños para ser receptivos a las mentirosas invenciones religiosas y que sean tomadas como algo natural y lógico. Así, a los infantes se los viene engañando con los reyes magos, dentro del Catolicismo y, posteriormente, con Papá Noel por los reformistas protestantes.


Así se mantienen como hechos reales falsedades históricas y mitos dignos de cualquiera de las sagas politeístas, tales como que Pedro fue, como vimos, el primer Papa de Roma, cosa que está demostrado que no fue así.


Pero, por otro lado, ¿Qué sucedió con el verdadero Cristianismo promovido por Pablo, procedente del sincretismo entre el judaísmo mesiánico y la filosofía pitagórica de Apolonio de Tiana, que fuera diseminado por los cuatro puntos del Imperio Romano?


Como bien dicen algunos historiadores, es imposible hablar de un único Cristianismo sino diversos cristianismo adaptados a la natural idiosincrasia de cada Región y Comarca. Así, en la Alejandría Egipcia de la Gran Biblioteca, imperaba el Gnosticismo sobre las otras variantes. Un Cristianismo más helenizado que en otros lugares y sincretizado con los preceptos herméticos.


Ese Cristianismo, tan válido como los otros, no solo fue ninguneado por la nueva Religión del Imperio Romano sino que persiguió a sus seguidores hasta su casi extinción; con el único fin de convertir el Cristianismo Romano en una única Religión omnímoda, cuyos libros fueron tomados prestados, por un lado, del Libro Sagrado de los judíos y de otros nuevos libros, El Nuevo Testamento, seleccionados para transmitir un mensaje monolítico y sin posibilidad de ser contestado.


Así, muchos documentos cristianos originales fueron dejados al margen, confiscados y destruídos, salvos unos, muy pocos, que lograron ser puestos a salvo llegando, milagrosamente, hasta nuestros días y dando algo más de luz sobre éste asunto.


El Cristianismo es una Gran Verdad; pero una Verdad que ha llegado hasta nuestros días contaminada, degradada, manipulada y deformada, haciendo que su parecido con el Cristianismo original sea algo meramente anecdótico.


Sí, el Cristianismo fue, desde su origen, una versión helenizada del judaísmo de Saulo de Tarso. Un, posterior, Pablo que trataba de dulcificar su Religión de nacimiento para imponerla al Pueblo Gentil; es decir, no judío. 


La influencia helénica y, por lo tanto, filosófica de Pablo es innegable. De algún modo, el Cristianismo Paulino fue una versión del judaísmo para ser exportado al resto del Mundo conocido; no obstante, como ya dijimos, cada región del Imperio proporcionó su propia idiosincrasia a una Ideología, la del Amor, que iba tomando lo mejor de todas las tradiciones pasadas.


No vamos a dogmatizar, en éste asunto, y dejaremos a la reflexión y razonamiento de nuestros lectores para que saquen sus propias conclusiones. Unas conclusiones, siempre dignas, que estaremos encantados de dar cabida en éste Lugar.


Así tenemos ahora un Imperio ideológico extendido como una Red de telaraña por todo el Orbe terrestre. No existe lugar del Planeta donde no existan diócesis, archidiócesis, monasterios, conventos y parroquias gobernadas por obispos, arzobispos, párrocos y monjes, haciendo una función entre embajadores o cónsules y gobernadores civiles; es decir, el Imperio subsiste atomizado por todo el Mundo, enraizando sus tentáculos en lo más profundo de la Sociedad Civil y Política, mediante el adoctrinamiento, sobre todo, a través de la Educación en escuelas, institutos y universidades  


Aralba Pensator Minister, Frater R+C