lunes, 14 de marzo de 2022

Lección 64, Noveno Grado, Tercera Orden

 "Acerca de la Ley"


-Ley Divina, Ley Natural y Ley Humana-


En general, la Ley Divina, al menos la parte que no pertenece a la Ley Natural, es incognoscible. A la Ley Divina pertenecen, por ejemplo, el Destino y el Libre Albedrío de la Consciencia. 


Las leyes divinas que no se pueden investigar por la Ciencia son algo sobre lo que la Humanidad parece no saber hacer frente, en tanto que, al menos por hoy, nadie parece conocer cual va a ser su Destino ni el fruto de muchas de sus decisiones y acciones, no todas como iremos viendo. 


Por lo tanto, en este sentido, hablar de Justicia o Equidad no posee razón de ser; en tanto que si existente leyes de las que no conocemos su proceder, poco o nada podemos hacer para enfrentarnos, con solvencia, a sus posibles consecuencias. 


Bien, ahí podemos estar en desacuerdo si sacamos de nuestra Biblioteca la Intuición, la Consciencia y el Sentido Común que se deriva de las dos anteriores. Que nuestro Destino está escrito, por nosotros mismos, debería de ser una evidencia para todos los estudiantes rosacruces; pero se trata de un Destino escrito, en grandes líneas, como un argumento y un guión en el que no están concretados los detalles, porque en esos detalles concretos es donde entra el libre albedrío que puede cambiar significativamente el transcurso de nuestras vidas.


La Fecha de nuestra muerte, las organizaciones y trabajos por los que pasamos y hasta las relaciones individuales y colectivas pertenecen a nuestro Destino. Si tenemos que sufrir un divorcio, la muerte de familiares queridos o sufrir una Guerra, es algo que no podemos evitar porque Forman parte de nuestro Destino; ahora bien, del modo en que enfrentemos ese Destino, dependerá de cómo nos vayan las cosas y si la Vida se sobrelleva de mejor o peor forma; dicho de otro modo, disfrutar o sufrir las experiencias por las que, ineludiblemente, debemos de pasar. 


Al final, como no puede ser de otra forma, del mismo modo que tuvimos un momento concreto para nacer, así tendremos un momento concreto para morir; pero ésta muerte será suave y bienvenida o abrupta, dolorosa y temida.


Las leyes naturales, son aquellas leyes divinas que los seres humanos, gracias a su inteligencia, observación y estudio de la Naturaleza han logrado descifrar, descubrir. 


Cuando esas leyes se conocen, ya sea por una minoría o por la totalidad de la Población, es posible prever las consecuencias a corto o medio plazo de nuestras acciones. Así, si lanzamos una piedra al aire o contra un muro de granito, independientemente de que conozcamos o no el cómo funcionan las leyes, lo más probable es que nos vuelva de regreso y nos golpee. En esoterismo, de forma simplificada, a esas leyes se las conoce de Causa y Efecto. 


Toda causa produce unos determinados efectos que si se conocen se pueden aprovechar sus consecuencias positivas o prevenirlas si pueden dañar nuestros intereses. Su desconocimiento hace que nos encontremos a merced de unas circunstancias que no podremos manejar y cuando las causas son beneficiosas hablamos de buena suerte y cuando son adversas de mala suerte. 


En éste contexto tampoco podemos hablar de justicia o injusticia o de equidad o inequidad, dado que son fuerzas automáticas e inconscientes y a las que la Gnósis conoce como los arcontes o legisladores del Universo. La energía nuclear puede ser utilizada para crear energía o para destruir poblaciones enteras, depende del uso que hagamos de ella y así sucede con el resto de Fuerzas y Leyes naturales. 


No existe una divinidad maligna que desee nuestra destrucción ni una benéfica que busque nuestra supervivencia a costa de saltarse las leyes de la Naturaleza. En ese sentido, todos los seres conscientes somos los dueños de cómo transcurra nuestro Destino; lógicamente, a partir de que podamos tomar nuestras propias decisiones. 


Todo el mundo, en cada momento, salvo cuando somos niños, está capacitado para dar un giro a su vida abandonando a sus familia o a su País y probando mejor fortuna en otros ambientes. Solo el miedo y la ignorancia hacen que nuestra Vida pueda llegar a ser un perfecto desastre.


Respecto a las leyes humanas, estas serán siempre subjetivas y condicionadas por los intereses de aquellos individuos que las promulgan y aquí si podemos hablar, aunque con la subjetividad mencionada, de justicia e injusticia, de equidad o inequidad; en tanto que las leyes pueden ser justas y equitativas para la inmensa mayoría de la Población. Cosa que sucede, generalmente, con las breves cartas constitucionales de las naciones, cuyos postulados suelen ser bastante razonables y de sentido común; la mayoría de las veces ajustados a la Ley natural y de la moralidad imperante; pero en cuanto las leyes básicas van tomando mayor complejidad con normativa adicional, esas leyes van perdiendo ese concepto equitativo para todos y favoreciendo a unos determinados grupos de población más que a otros. Así, esa equidad y justicia dependerá más del punto de vista del observador o del usuario que de una perspectiva general y aplicada a todo el Colectivo. 


Cuando entran en juego diferentes especies, esto toma mayor relevancia y pondremos solo un pequeño ejemplo: En todos los centros urbanos está regulada, de un modo u otro, la tenencia de mascotas; en nuestro caso perros. Entonces para una mayoría de la población, llevarlos atados y con bozal les parece lo más natural y razonable; es decir, lo más justo; pero ¿Alguien ha preguntado a su animal si le gusta salir atado y con bozal a la calle?. Si ellos pudiesen hablar nos dirían que no, que no se sienten libres ni pueden disfrutar de corretear al aire libre y comunicarse con los otros perros.


Entonces, las leyes promulgadas por los hombres carecen de objetividad, son subjetivas y, en ese sentido, no puede decirse que sean justas y equitativas en todos los casos. Quizá, en un entorno cultural muy concreto podrán parecer justas a una inmensa mayoría de la Población; pero siempre quedará alguien rezagado sobre quién caerá todo el peso de la "Ley", en caso de que no acate normas que, a su modo particular de ver las cosas, le parezcan injustas.


Visto lo cual, la Rosacruz jamás, en ningún caso, podrá estar de acuerdo en determinadas decisiones de la judicatura humana, por muy aceptadas que hayan sido las leyes por una inmensa mayoría, ya fuera por referéndum u otro tipo de consultas colectivas vinculantes: La Pena de Muerte, por ejemplo, dada su irreversibilidad en caso de haberse cometido alguna equivocación. La Declaración de Guerra, en tanto que éstas están sujetas, la mayoría de las veces, a malos entendidos y cohartar la libertad de los ciudadanos en beneficio de una supuesta seguridad general o bienestar colectivo.


Esto último es extremadamente importante, en tanto que las leyes humanas se colocan al margen; es decir, fuera de la cobertura de la Ley Natural y de la Ley Divina que, como ya hemos dicho, no se puede hablar que sean justas o injustas, simplemente están ahí y son lo que son, pudiendo estudiarlas para nuestro beneficio o ignorarlas para nuestro probable perjuicio; pero el que una minoría gobernante promulgue leyes con el fin de ejercer un despótico poder contra la mayoría gobernada, resulta aberrante y en contra de la Ley Divina del Libre albedrío y de la posibilidad de conseguir la Felicidad por medios propios sin la necesidad de, a cada momento, tener que pedir permiso para actuar, por si a alguien del Poder le pudiera molestar.


Aralba R+C