viernes, 11 de marzo de 2022

Lección 63, Noveno Grado, Tercera Orden

 "Los sacramentos como ataduras religiosas"


-Los sacramentos religiosos nada tienen que ver con la verdadera espiritualidad-


Los 7 sacramentos de la Iglesia Católica son

 

1.- el "Bautismo" 

2.- la "Confirmación"  

3.- la "Confesión" 

4.- la "Eucaristía" 

5.- la "Extremaución" 

6.- el "Sacerdocio"  

7.- el "Matrimonio"


Pues bien, para las iglesias reformadas y, por lo tanto también para los rosacruces, solo existen dos sacramentos: el Bautismo consciente y la Eucaristía o Comunión.


Origen del Término Sacramento:


Préstamo (s. XIII) del latín sacramentum, significó primero "garantía de dinero que los litigantes en un pleito dejaban en depósito al pontífice y que satisfacía como multa el que perdía el pleito"; en el latín eclesiástico significó "objeto o acto de carácter sagrado" y posteriormente se especializó en "signo material". De la familia etimológica de sagrado.


Sacra-Mento: Sagrado y Modo; es decir, modo sagrado.


En realidad el Cristianismo primitivo, tal y como ahora mantienen las iglesias protestantes, solo contemplaba dos modos sagrados, como recuerdo de la Naturaleza Divina del Cristianismo, y estos son, tal y como hemos enumerado, el Bautismo y la Comunión. El Bautismo en tanto que, simbólicamente, tanto Juan primero como Jesús después sumergían en agua, como rito de paso, a aquellos que aceptaban convertirse en sus seguidores. Ya hemos hablado de que el Bautismo representa, sin serlo, un segundo nacimiento; dado que nos recuerda la salida del útero de nuestras madres y el simultáneo vertido del líquido amniótico de la placenta.


En realidad, ese segundo nacimiento se hace efectivo cuando se recibe el fuego del Espíritu Santo, en tanto que se representa mediante una paloma o una lengua de fuego sobre la cabeza. Por lo tanto, el Bautismo más que un Sacramento, algo que nos ata mediante un método o herramienta a una determinada Confesión Religiosa, es un recordatorio de que, del mismo modo que nacimos por primera vez del interior líquido de nuestras madres, así debemos de nacer de nuevo, aunque no del mismo modo, y esa inmersión y vuelta a emerger del agua, que significa el Bautismo, es la forma de recordarnos lo que nos ha de acontecer con el fin de ser considerados como Hijos de Dios y resultar salvos.


En cierto modo, el Bautismo es un primer paso, dentro de un proceso de duración indeterminada, en tanto que el "Nuevo Nacimiento", efectivo, ha podido producirse antes del bautismo simbólico, después de él o, en el peor de los casos, no producirse nunca.


Por lo tanto, el bautismo de agua es ese recordatorio de que no podrá ser salva, en nuestro caso la Personalidad, si antes no se ha nacido del Agua y del Fuego; es decir, de una Madre física, obvio, y del Espíritu Santo, siendo el Espíritu Santo, nuestro Dios Interior y al que los cristianos y rosacruces denominan Cristo. Cuando hablamos de nuestro Dios Interior, de Cristo o del Espíritu Santo, no nos estamos refiriendo a un Dios particular sino al único Dios existente y que se encuentra, plenamente, en todas sus criaturas y fuera de ellas; por lo tanto, también en nosotros. 


Ahora bien, se entiende que Dios ha nacido en nosotros o que nosotros hemos nacido de nuevo, no porque Dios no se encuentre en nosotros y se introduzca, en algún instante, a modo de un parásito, sino cuando tomamos plena consciencia de su existencia en nuestro interior y ese hecho es lo que se conoce como "Nuevo Nacimiento", Iluminación del Espíritu Santo y de ahí su representación mediante una llama de fuego sobre la cabeza.


"5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo que el que no naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo."

(Evangelio de Juan, Capítulo 3)


Por lo tanto, el Bautismo en tanto que Sacramento; es decir, Momento Sagrado, no se produce durante el acto simbólico, espacio temporal, que lo representa sino en ese otro atemporal y fuera del espacio que se produce en nuestro interior cuando somos conscientes, como Personalidad, de ese Espíritu que mora en nosotros y aceptamos que comience el proceso de toma de control de la vida por su parte y que continúa con el Sacramento, o acto Sagrado, mantenido en el Tiempo de la Eucaristía o Comunión.


La Comunión es, con mucho, el Sacramento menos comprendido de todos y, del mismo modo que con el Bautismo, el hecho externo de la Eucaristía es un mero símbolo exterior de lo que se está produciendo, o debería de estar produciéndose en nuestro interior.


La Comunión representa, claro que sí, un acto de canibalismo; pero no en el sentido en que se nos ha vendido de comer la carne de Jesús de Nazaret. Cuando Jesús habla en la Última Ceana, lo hace de un modo plenamente simbólico.


"y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí."

(1a de Corintios 11:24)


Y


"Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí."

(1a de Corintios 11:25)


El profundo simbolismo que entrañan dichas palabras representa el continuo proceso, tras el Nuevo Nacimiento representado por el Bautismo, por el cual el Espíritu fagocita a la Personalidad hasta convertirla en parte suya y, por lo tanto, en Inmortal. En cierto sentido, sí que existe una suerte de canibalismo de la memoria y la consciencia de la Personalidad por parte del Espíritu con el fin último de preservar la consciencia de la Realidad y así, en cierto modo, convertirla en Inmortal.


De ahí que:


"Os di a beber leche, y no carne; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía,"

(Primera de Corintios 3:2)


Cuando tomamos consciencia del Espíritu en nosotros es como si hubiese nacido un pequeño niño Dios en nuestro interior que, simbólicamente, debe de ser alimentado de forma ligera con leche; pero conforme crece y va haciéndose fuerte, frente a la Personalidad, ésta debe voluntariamente sacrificarse para que el Espíritu crezca, alimentándose de su Esencia, mientras ella mengua.


"Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe."

(Juan 3:30)


Así el Hombre Nuevo crece y se fortalece mientras el hombre antiguo, entregado a su Señor, va siendo fagocitado por el nuevo Ser hasta desaparecer y ese, ese es el verdadero significado del Sacramento de la Comunión. Un acto o momento que comienza con el mismo acto efectivo del Bautismo y que es permanente en el tiempo, en tanto que el proceso de sustitución se va realizando de forma progresiva.


Luego la Eucaristía, por llamarlo así, es un Sacramento contínuo que al contrario que el Bautismo se da una sola vez; porque en ese proceso de autosacrificio de la Personalidad, de Cambio y Sustitución se da una permanente lucha interior e inconsciente de la Personalidad, contra el Ser que se está gestando, por su fútil supervivencia.


"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas todas nuevas."

(2 de Corintios 5:17)


Bien, estos son los únicos y verdaderos sacramentos del Cristianismo. Se trata de momentos sagrados internos que se manifiestan externamente de un modo meramente testimonial como para decir ¡Oye mirame, aquí estoy, soy Cristiano y con estas representaciones simbólicas doy Fe testimonial de lo que soy!


El resto de sacramentos constituidos por las iglesias, de diferente denominación, se tratan de ataduras sociales e instrumentos de control del Poder Eclesiástico-Estatal, que poco o nada tienen que ver con el progreso espiritual de los seres humanos.


1.- Se bautiza a los niños recién nacidos como si se les tatuara para demostrar que son propiedad de la Iglesia; es decir, del Estado. No hace mucho el hecho del Bautismo y de apuntar al niño en el Registro Civil, eran actos simultáneos, tal y como sucedía, también, con el Matrimonio.


2.- El hecho de la Confirmación sería, ya de adulto, la aceptación voluntaria del acto que tomaron sus padres de atarlo a una determinada Creencia, generalmente unida a un Estado Confesional.


3.- La Confesión hacia una tercera persona, el sacerdote, era una forma que tenía la Iglesia-Estado de vigilar a sus miembros y, llegado el caso, controlar y apagar cualquier tipo de sedición. En realidad, la verdadera confesión no es un Sacramento sino una parte importante de la Oración; es decir, del diálogo íntimo, interior y silencioso de la Personalidad consciente con Cristo el Señor.


4.- la Extremaución es una suerte de recordatorio a los vivos de que la vida de la Persona le pertenece al Poder eclesiástico desde la Cuna a la Tumba. La Unción de los enfermos terminales por parte de un Sacerdote no sirve para nada, en tanto que la relación entre la Personalidad y Cristo, su Señor, es algo que solo pertenece a la intimidad espiritual del Individuo.


5.- El Sacerdocio, del mismo modo, en tanto que sacramento es la manifestación de que solo el Poder Eclesiástico posee la capacidad de nombrar sacerdotes y obispos, cuando, en realidad, se trata de un asunto vocacional y que procede de lo más profundo de nuestro interior, donde mora Cristo, nuestro Maestro Interior y el único capacitado para conferirnos la capacidad del ministerio sacerdotal y de servicio a los demás.


6.- Para finalizar, el Matrimonio, de nuevo, es una inferencia del Estado y de la Iglesia en las relaciones interpersonales de los individuos y que, por el contrario, deberían de ser libres y sin coacciones de cualquier tipo. Esto se realiza, como todos los mal llamados sacramentos eclesiásticos, con la finalidad de ejercer un férreo control sobre las personas y sobre sus hijos, en tanto que fruto de sus relaciones íntimas y personales.


Esperamos que con todo lo anterior quede aclarada la función real que tienen los verdaderos sacramentos del "Bautismo" y de la "Eucaristía", en tanto que actos testimoniales de una vivencia interna y que son, manifiestamente, imposible de compartir con los demás.


Estos hechos externos, como hemos dicho, pueden servir de Testimonio de nuestra Confesión religiosa y espiritual; pero nada más. Por otro lado, hemos visto que el resto de los mal llamados sacramentos no son otra cosa que vestigios del control que otrora ejercía la Iglesia como herramienta de adoctrinamiento y manipulación de los Estados confesionales.


Aralba R+C