martes, 12 de julio de 2022

Lección 112, Noveno Grado, Tercera Orden

 "El Terror como atractor de los arcontes"


-Hagamos una excepción y hablemos de emociones negativas-


Quienes nos siguen desde hace tiempo, a parte de alguna pequeña escaramuza, conocen que no somos muy dados a sembrar ideas terroríficas en nuestros escritos.


La única diferencia de alguien devorado por un león en Kenia o por un tiburón blanco cerca de las costas de Nueva Zelanda, respecto a un aparatoso accidente de tráfico, es que las dos primeras muertes son provocadas por depredadores; es decir, fuerzas de la Naturaleza y la tercera por accidentes debidos a múltiples factores técnicos y humanos. Visto así, parece algo tan natural como un apunte contable.


Ahora bien, cuando determinadas circunstancias se mitifican en historias contadas, se produce una suerte de semillero de miedo capaz de infectar a una parte del Alma Humana.


Como bien saben nuestros lectores, el miedo es una suerte de imán que atrae a misteriosas fuerzas de la Naturaleza, conocidas por los gnósticos como arcontes. El Miedo y su Hermano más engordado, el Terror, lo que hacen es reproducir, antes de que ocurran, situaciones imaginarias que podrían acabar con lo más preciado por la Personalidad, la Vida, sin la cual ella no tiene sentido de existir. Luego, estas historias podrán o no suceder; pero mientras tanto, quienes disfrutan de esas terribles emociones se convierten en generadores de Energía Vital, cuya Frecuencia es apetitosa a entidades que necesitan de ellas para poder sobrevivir.


Cada vez que leemos una buena historia de terror o entramos en una sala de cine donde echen un film de sobresaltos; debemos de ser conscientes que se tratan de abrevaderos para esos seres invisibles que nos rodean y su alimento, la energía procedente de las emociones, proviene de nosotros.


Acaso ¿Estamos tratando de decirles que huyan de esas circunstancias? En modo alguno, porque en ese caso, nosotros mismos nos habríamos convertido en una fuente germinal de miedo y terror. Estas cosas, las explicamos tan fríamente como lo haría un contable respecto a una serie de asientos contables, con el fin de que se conozca ésta información y luego, cada cual decida que hacer con su vida. 


Ya sabemos que el miedo también conlleva la liberación de ciertas endorfinas que provocan cierta adicción química. Así nos podemos encontrar esclavizados en una suerte de círculo cerrado que comienza con las historias de miedo, continúa con los arcontes alimentándose, como vampiros, de nuestra energía y elevando el miedo a la categoría de terror lo que hace que se desprenda aún más energía de nuestras almas y atraiga a más y más arcontes; pero también, produciéndose una cantidad más importante de droga. Droga que nos mantiene encerrados en un círculo vicioso de pánico.


Olvidaos, por favor, de que los arcontes son monstruos terroríficos. Ellos cumplen con funciones naturales de depredación similares al de un león o de un tiburón blanco; pero en vez de a nivel físico, a nivel espiritual. Y eso es bueno, en tanto que si somos devorados por un depredador físico perdemos nuestro vehículo de manifestación; pero la energía de nuestras emociones, ya sean positivas o negativas, es infinita, pues aunque proceden de nuestra alma material; sin embargo, está naturalmente vinculada al Alma Espiritual y que, como ya deberíamos de conocer, es eterna e inmortal. Eso es, nuestras emociones son una fuente inagotable de energía procedente del único sitio de donde puede proceder, el Espíritu, el Pleroma.


La diferencia entre conocer éste hecho o no, es muy importante en tanto que el mero hecho de conocer su existencia hace que perdamos el miedo a esas historias de fantasmas y que pueden desencadenar una fuente de emociones y convertirnos en objetivo alimenticio de los arcontes. En éste caso, se convierte en realidad ese dicho de "Conocer es Poder" Conocer que son los arcontes en verdad, y saber cómo se alimenta y de dónde procede su alimento, nos convierte en seres inmunizados contra sus ataques; de hecho, salen huyendo de puro terror.


Por eso os decía, mis queridos amigos, que no somos quiénes para deciros lo que podéis leer, ver o escuchar, en tanto que como seres de naturaleza divina sois infinitamente más poderosos que los arcontes, aunque algunos, hasta ahora, no lo hubieseis sabido. Ahora ya lo sabéis y lo mejor de todo, lo sabéis no porque yo u otro os lo haya contado sino porque al escuchar nuestras palabras, de forma automática, habéis conocido, desde vuestro interior, que esto es así.


El día que nuestras palabras os provoquen miedo, por favor, decídmelo o dejar de seguirnos porque, con total seguridad, algo andará mal.


Debéis de conocer que si vais por la selva keniana sin protección estáis expuestos a ser devorados por algún León. Si os metéis en una playa que es visitada, de vez en cuando, por tiburones, estáis expuestos a ser devorados. Si os sumergís en historias de terror sin el conocimiento necesario que os proteja, seréis ordeñados, emocionalmente, por los arcontes. Si tomáis vuestro automóvil sin conocer cómo se encuentra mecánicamente estáis expuestos a tener un accidente y quedar tetrapléjico o perder la vida. Eso es todo, no hay más. 


El Terror es un miedo patológico extendido en el tiempo y que se realimenta a sí mismo, como una mordedura de vampiro, cuyas glándulas salivales licuan la sangre para que ésta drene y no se coagule mientras el murciélago se está alimentando.


Aralba R+C