sábado, 29 de enero de 2022

Lección 47, Noveno Grado, Tercera Orden

 "Por que andamos solo en lugar de arropado por el paraguas de alguna de las escuelas de misterios existentes"


-A los suyos vino y los suyos no lo reconocieron-


Se cuenta del Profeta Jonás que fue elegido por Dios para profetizar la Palabra de Dios en la Ciudad portuaria de Nínive; pero Jonás cargado de temor a que fuese torturado y asesinado, por sus habitantes, intento evitar su Destino; pero al final, tras la conocida peripecia de la gran tormenta en alta mar y ser lanzado por la borda, terminaría siendo tragado por un pez enorme y vomitado en las playas de la Ciudad. Al final, el Profeta termino cumpliendo con su labor y no sufrió daño alguno.


Aunque sea el ser humano quien proponga su futuro; será siempre la voluntad divina la que disponga su Destino.


Podríamos preguntarnos ¿cuál es la diferencia entre un hereje y un feligrés? o la que existe entre un profeta y una persona ordinaria.


Un profeta lo único que tiene de especial, respecto a otros humanos es haber sido elegido por Dios para transmitir un determinado mensaje al resto de sus congéneres. Un Profeta puede no ser una persona de gran Fe o con altas cualidades morales y espirituales. Un Elegido puede no ser la mejor persona del Mundo porque ya se conoce aquello de "Los Caminos del Señor son inescrutables"


Podéis imaginaros por la terrible experiencia, debido al miedo, que pasa un Mensajero del Señor cuya Fe no es perfecta. Dios siempre elige personas que descubren a Dios en la pobreza como Buda y Francisco de Asís o, directamente, los escoge por haber nacido en casas humildes y nada acomodadas como Jesús. Ya lo dijo el Maestro Jesús, que las riquezas mundanas y el Dios padre no es que se lleven demasiado bien.


Ahora imagínense a alguien con una Fe flaca y al que el miedo le agarrota los músculos y la voluntad de actuar para llevar a cabo el mandato de Dios. Alguien preocupado por su día a día, teniendo que trabajar como una mula para llevar unas lentejas o unos garbanzos a su Casa con el fin de ofrecer de comer a su familia. Un trabajo y otro y otro, aguantando a patronos déspotas y compañeros envidiosos, que apenas le ofrece algo de tiempo para predicar la Palabra del Señor y, siempre, las excusas autoimpuestas para no realizar esto o aquello otro; en realidad su vocación de Ministro del Señor. Ya sabéis, el típico "Bicho Raro" objeto de sorna y burlas.


Como Jonás, cual si de un Síndrome patológico se tratara, todo sucede mal a su alrededor porque es un Sujeto desubicado de su Destino. Pareciera una suerte de gafe que llevara consigo la desgracia a modo de sombra, a su paso.


Pasan los años y no pareciera que se den las condiciones para poder despegar y cumplir con tu mandato celestial. Pareciera que hubiese algo, en tu camino, poniéndote la zancadilla; pero si se mira, en perspectiva, después de pasado el tiempo, resulta que entiendes que no se trata de otra cosa que un duro y prolongado entrenamiento para afrontar con bien al Destino.


Para hacernos entender quisiera poneros el ejemplo de las grandes gimnastas cuyas horas de entrenamiento parecen no acabar nunca con el fin de, en muy pocas horas, darlo todo en la Pista y sacar la máxima puntuación. Así descubrimos que la Vida, en su conjunto, no es otra cosa que ese arduo e interminable entrenamiento que debería de concluir en un segundo, el del Destino Final y nuestro regreso al verdadero Hogar. Así el Mensajero o Profeta es probado continuamente antes de ser enviado al Mundo a realizar su Trabajo.


El Profeta, respecto de sus conciudadanos es un Hereje, en tanto que conoce muy bien su trabajo y que, por regla general, no suele coincidir con las doctrinas y directrices que se manejan, ni en las diversas organizaciones religiosas ni tampoco en las esotéricas.


Digamos que Jonás es el Profeta y el Navío donde viaja y del que es lanzado por la borda, para a posteriori ser tragado por el pez, no es otra cosa que la Zona de Confort de su Templo o Logia habitual. Lo que está claro es que esa forma pasiva el Mensajero no puede mantenerla por demasiado tiempo y más pronto que tarde tendrá que salir él de allí o ser expulsado para que pueda cumplir con su verdadera Misión en el Mundo.


Un Profeta ya no puede ser un acólito feligrés más. Debe desvincularse de los lugares donde apaciblemente descansa sus posaderas y dirigirse a Ninivé con el fin de probar su Fe y cumplir con su Ministerio de servicio para con la Humanidad.


Dicen que los profetas raramente son escuchados en su propia Tierra y por eso tienen que emigrar a tierras lejanas y donde no sean conocidos para cumplir con su mandato. Así recibimos nuestro cometido de, como Discípulo, ofrecer Luz allá donde solo existe la oscuridad de los dogmas recitados de memoria; pero, al final, uno termina sintiendo que está predicando en el desierto y, vencido, termina abandonando esos lugares donde su mensaje no es apreciado, recorriendo una suerte de Vía Crucis por las diferentes escuelas, órdenes y fraternidades, recibiendo, en todas ellas, la misma respuesta: la incomprensión más absoluta y, por ello, también, una absoluta falta de confianza.


Al final, el Profeta queda solo frente al Mundo defendiendo su herejía acompañado de la poderosa y omnipresente sombra del Señor, nuestro Dios.


Y es por dicha causa, esperamos habernos explicado lo suficiente, por lo que no estamos de Ministro en una Iglesia o de Conferenciante oficial en alguna de las numerosas escuelas de misterios existentes. Y es por esto por lo que, ahora y no antes, es que desarrollamos nuestro Trabajo al margen de escuelas órdenes, iglesias o fraternidades. Y ello, sin miras a formar algún tipo de secta del tipo que fuere.


Nuestro consejo, si desean seguirlo, es que estudien nuestro Trabajo particular como si leyesen un noticiero o un simple cómic. Un Profeta, un Mensajero es una Persona normal y corriente con sus pocas virtudes y muchos defectos. No concedan al Hombre-Personalidad, por muy elegido que fuere, las características propias de Dios. No idolatren a aquellos de los que aprendan ni sigan de forma ciega a personas carismáticas, por muy buenas y santificadas que parezcan. Sean ustedes mismos. Léanlo todo, aprendan de todo; pero solo quédense con aquello que necesiten y desechen aquello que no les sirva.


Recuerden que uno puede ser un Elegido para ser Profeta o Ministro del Señor; pero jamás la Persona puede reemplazar a su Cristo, el Dios interno que los viene acompañando desde su nacimiento a su muerte y más allá.


Sean felices y disfruten de la Vida; pero recuerden que su principal labor, en éste Mundo, es recordar, más que aprender, lo que en realidad ustedes son.


Aralba R+C