jueves, 27 de enero de 2022

Lección 45, Noveno Grado, Tercera Orden

 "Coleccionistas de polémicas o los nuevos sofistas"


En ésta ocasión, como una excepción, me vais a permitir que me exprese, como Antonio, en primera persona.


Yo, nunca, ni antes ni ahora, he ido de Maestro Gurú o Profesor. Jamás he ocultado mis numerosas deficiencia a todos los niveles, incluso personales, y creo que me he mostrado, ante todos vosotros, con honestidad, de forma transparente, y sin dobleces.


Si ando por aquí parloteando sin parar a diestro y siniestro es porque algo, en mi interior, me impulsa a ello. Yo lo denominó como mi Yo Superior, Cristo, mi Maestro Interno o el Espíritu Santo; me da igual como lo queráis llamar vosotros.


Yo entiendo que aunque me expreso mejor que bien, mi forma, políticamente incorrecta, de expresarme no es del gusto de todo el Mundo. ¿Como se puede tener amigos cuando embistes como un bisonte a diestro y siniestro?. Eso me ha supuesto que el trabajo que realizo, aunque está mejor que bien escrito, no sea del agrado de las editoriales que, como es natural, buscan vender lo máximo posible ¿Quién va a comprar un Producto que lo único que hace es sacarte los colores y ponerte a parir?


Ante tanta franqueza y, quizá, desagradable sinceridad, me he encontrado, en múltiples ocasiones, con la magnificente envidia de aquellos que quieren pero no pueden.


Quieren ser doctos y eruditos. Necesitan ser reverenciados y admirados, siendo incapaces de entender que exista un espécimen tan incunable y raro como yo. Un individuo que da su trabajo reflexivo gratis; es decir, por amor al arte. 


Muchos de ellos, por la forma en que se expresan, seguro que han sido universitarios, quizá licenciados y posiblemente doctorados; pero nunca fueron capaces de desprenderse de la atadura que les supone los libros de texto. No son capaces de hablar por sí mismos sino solo de lo que otros, en algún momento, dijeron y ellos leyeron.


Estos pobres individuos se pasan la vida buscando la polémica, haciendo preguntas, cuyas respuestas jamás escucharán para, a continuación, responderse a sí mismos, ofreciendo una imagen ridícula; pero, al parecer, su inteligencia no les da para verse a sí mismos en el espejo de la Verdad.


Van por la vida, intentando, la mayoría de las veces sin conseguirlo, poner en ridículo a sus interlocutores y a quienes, sin conocerlos, consideran verdaderos fraudes. Fraudes porque en su cabeza no entra que pudieran existir personas honestas, sinceras y que hablan abiertamente sin hipocresía. Es inconcebible para ellos y todo su afán es descubrirlos y ponerlos en evidencia para que hagan el ridículo, en público, ante los demás y así él, disfrutar del espectáculo de ser el ganador.


En el fondo son los nuevos sofistas que se conocen al dedillo las obras de terceros, pudiendo anotar con frases celebres, de diferentes autores, sus prescindibles aportaciones intelectuales.


No hay nada que más me fastidie que cuando algún sabelotodo, haciéndose pasar por tonto, realiza una pregunta de la que ya conoce la respuesta para intentar demostrar mi supuesta ignorancia. Me lleva los demonios este tipo de gente.


Doy un paso y salen a cientos arropados con su ridícula y apestosa envidia. Os preguntaréis el porqué estoy siendo tan duro e hiriente. No no es lo que os podáis imaginar. No estoy lleno de ira. Me siento muy sereno y tranquilo; pero entiendo que esta gente necesita, de vez en cuando, que se les hable claro y darles sus buenos azotes para que aprendan que no se puede ir por la vida haciendo el ridículo y mostrando, sin quererlo, por supuesto, sus toneladas de envidia y su falta de inteligencia.


Porque no puede ser que uno pierda su tiempo en responder a sus preguntas para que, ellos, ignorando tu respuesta, se contesten a sí mismos, demostrando que su pregunta era innecesaria y deshonesta en tanto que ya conocían la respuesta. Lo que, en éste punto, no termino de entender es ¿donde queda la inteligencia de esos enciclopedistas que, la mayoría de las veces, hablan por boca de ganso?


Sócrates, el buen Sócrates, el Maestro de los filósofos, tuvo que lidiar, en su día, con éste tipo de personajes, los sofistas, cuyo deporte favorito era mantener, en las plazas, arduas conversaciones, no con el propósito de encontrar la verdad, sino de derrotar a sus oponentes, mediante argucias retóricas, y asesinarlos intelectualmente, ante la concurrencia, con el ridículo más espantoso. El problema es que Sócrates no solo era el más grande filósofo que jamás haya existido sino que conocía el sucio truco de los sofistas y, al final, en ese enfrentamiento dialéctico eran ellos, los creídos narcisista, quienes se estrellaban en el ridículo más ominoso"


No puede ser que alguien, saludando, para parecer respetuoso, realice una pregunta con aparente humildad y que, tras responderle, uno, con la necesaria cortesía, se conteste, a sí mismo, con una docta perorata que nada tiene que ver con la respuesta, que previamente se le había ofrecido.


Esto en principio te descoloca porque te preguntas ¿De qué va este Tío?, ¿A que carajo de juego está jugando?. Sí, porque miren: amablemente comienza con el saludo de rigor "Buenas Noches" en este caso, a continuación aparentando también humildad reconoce su, supuesta, ignorancia en el asunto tratado y, dorandome la píldora, me solicita que como yo parezco saber más que suficiente acerca del Tema, conteste a su pregunta.


Bien, entonces con ingenuidad y nobleza, respondo con razonamiento y sencillez a su pregunta; pero la guinda del pastel viene a continuación. No sé si es que me estaba tomando el pelo y creyendo jugar conmigo, me vuelve a saludar con un nuevo "Buenas Noches", dando las gracias a mi digna respuesta para a continuación, sin considerar mi respuesta, se contesta a sí mismo con una docta y contundente respuesta.


Eso demuestra varias cosas. Los saludos y la aparente buena educación eran solo una estrategia para entrarle a un adversario, a mí mismo. Realiza una Cuestión de difícil solución con el fin de hacerte caer en su trampa. Se le contesta con la suficiente claridad y, a continuación, como no habiendo leído mi respuesta, se responde a sí mismo dando la sensación de que la respuesta que yo le daba, en realidad, no le interesaba para nada. 


Se trata de la típica actitud de un sofista al que poco le importa el debate sino llevarte a su terreno para someterte y colocarte ante los leones.


Claro, este tipo de individuos que van de listos por la Vida, nos referimos a Facebook básicamente, no suelen recibir respuestas convincentes a sus preguntas y, al final, suelen quedar victoriosos y con el ego enchido de haber ridiculizado a un nuevo contrincante.


El problema, en éste caso, es que Aralba, en éste caso yo mismo, Antonio, no es un hueso fácil de roer y Dios me concedió la habilidad de la inteligencia y de la retórica, suficientes, para poder responder a estos estúpidos doctores del Internet.


Antonio Ruiz Alba (Aralba R+C)