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martes, 2 de agosto de 2022

Lección 119, Noveno Grado, Tercera Orden

 "El Juego de los espejos"


Hay masones y gentes que juegan a ser masones. Se diferencian en la influencia que tienen a nivel Social; de hecho, su influencia se limita a un pequeño círculo de su entorno, independientemente del grado efectivo que se posea, en tanto que dichos escalafones solo muestran el dinero que se ha tenido que pagar para alcanzarlos.


Los masones de verdad poseen influencia en la Realidad, los que juegan a serlo viven en un mundo de fantasía. Estos, no solamente influyen en sus comunidades de vecinos o en la asociación de apas de las escuelas donde acudan sus hijos. La Masonería, real, funciona como un perfecto engranaje buen engrasado cuyos tentáculos abarcan al conjunto de todos los estamentos sociales. Eso no significa que el Masón, como individuo, posea algún poder sino que la Masonería, en tanto que colmena, posee el poder (de influencia) sinérgico del conjunto de los masones.


Hay masones y gentes que juegan a ser masones. Se diferencian en la influencia que tienen a nivel Social. Existe un dicho que dice "el que no se consuela es porque no quiere". De pequeños se juega a policías y ladrones donde los policías no son tales ni los ladrones tampoco, solo es un juego. Con la Masonería sucede otro tanto de lo mismo: Hay muchos que pertenecen a falsas organizaciones masónicas, creen ser masones e intentan actual como si lo fueran; pero no les sale. A lo sumo, intentan conspirar y medrar en sus puestos de trabajo o conspirar en su asociación de propietarios; pero no pueden aspirar a más. Estos falsos masones son los que van publicando a bombo y platillo que ellos son masones, porque sienten que eso de ser Masón es una suerte de título aristocrático. No entienden el ridículo tan espantoso que hacen.


La mayoría de los supuestos masones que se identifican como tales solo juegan al juego de la escalera: ver lo alto que llegan; pero nunca pasan del techo de su propia casa, pues la verdadera Masonería les tiene vetado el paso.


No, ni nos hemos vuelto locos ni trato de quedarme contigo.


Trato de deciros que un ser humano, un terrestre, no puede ser un Rosacruz, pues el Estado Rosacruz es un estado extraterrestre que no pertenece a éste Mundo y, por supuesto, nada tiene que ver con la Masonería que se ocupa de asuntos mundanos.


Los seres humanos somos androides biológicos con cierta capacidad, bajo ciertas circunstancias, de ser ocupados por unos alienígenas del Pleroma: el Ser Interno, el Espíritu que cabalga al androide de carne y hueso. 


Es posible, seguro, que nuestro Ser Interno es un Rosacruz, lo fue siempre; pero es una estúpida ignorancia que nosotros mismos nos califiquemos como rosacruces.


Un Rosacruz es un Ser Extraterrestre originario del Pleroma y que, a veces, se manifiesta en éste plano de materia mediante su androide personalidad.


Es la Personalidad la que dice tales barbaridades, no el Rosacruz que probablemente lleves dentro de tí y que se encontrará acurrucado, mientras duerme, dentro de tu Corazón.


La Carne y la Sangre no pueden heredar el Reino de los cielos (el Pleroma), el androide antes debe de hacerse a un lado para ir desapareciendo mientras el nuevo ser se alimenta de su esencia, sí la de su androide, de tí o de mí.


Cuando ese Ser se manifieste, tú como personalidad, ya no existirás. Es imposible, sin más. 


Solo el Adepto Rosacruz podrá elevarse hasta alcanzar el Pleroma. Sólo él y nada más que él, llevándose consigo nuestros recuerdos y experiencia; pero no nuestra consciencia personal.


Esperamos que esos que se creen masones, sin serlo, se den por aludidos y en lugar de cultivar la intriga cultiven la humildad. También que aquellos que van dandoselas de ser rosacruces porque pertenecen a ésta o aquella otra organizaciones rosacruces, mediten sobre lo aquí expuesto, abandonen dicha postura y pasen a un segundo plano de protagonismo. Solo así tendrán alguna posibilidad de ser elegidos, como discípulos, por algún verdadero Adepto Rosacruz.


Aralba R+C