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miércoles, 29 de junio de 2022

Lección 107, Noveno Grado, Tercera Orden

 "Arreglando el Mundo"


-Vanidad de vanidades, todo es vanidad-


Vanidad: Orgullo de la persona que tiene en un alto concepto sus propios méritos y un afán excesivo de ser admirado y considerado por ellos.


"Vanidad de vanidades, dice el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué aprovecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Generación va y generación viene, mas a la tierra siempre permanece. Y sale el sol y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde sale."

(Eclesiastes 1:2-5)


Somos muchos los que, tras nuestro paso por el Mundo, entendemos que las cosas podrían ser muy diferentes, para mejor, de lo que en realidad son; pero, la mayoría lo asume, tal cual, y sigue la Vida aceptando esa obviedad; pero hay unas pocas personas, que consideran que ellas podrían haberlo hecho mejor y, durante su Vida, intentan modificar el entorno y calidad de vida propios. Una minoría, aún más excasa; pero verdaderamente fanática, considera que no solo se puede cambiar el entorno personal, de cada cual; sino que si se planifica convenientemente, se puede modificar el entorno colectivo para toda la Especie Humana y su descendencia; es decir, ¡Cambiar el Mundo!.


Durante la Historia de la Humanidad son muchos grandes personajes quienes han intentado cambiar el Mundo y, en parte, casi lo consiguieron; pero las arenas del tiempo siempre terminan sepultando toda intención planificada y devolviendo todo a la cruda realidad de que los seres humanos somos efímeros, frente a la voluptuosa naturaleza, y que nuestras intenciones, planes y ansiedades por modificarla, a nuestro antojo, con la intención de convertirla en más favorable para nosotros, es pura vanidad.


En realidad somos como meros ratones, apresados en el jaulón del Mundo, intentando modificar el entorno con aquello que ya existe, previamente, dentro de la prisión. Lo único que podemos hacer es cambiar las cosas de lugar o modificarlas apilando los objetos de diferentes formas; pero, en modo alguno, podemos cambiar la cruda realidad de que vivimos en una prisión tanto para nosotros como para las generaciones futuras.


Son muchas las organizaciones humanas, tanto a nivel político como fraternal, que, durante la Historia, se han creado con el fin de construir algún tipo de imposible utopía, en tanto que una jaula siempre seguirá siendo una prisión aunque sus barrotes fuesen de oro. Así funcionan todo tipo de sectas que intentan, sin conseguirlo, por supuesto, independizarse del Mundo y construir un entorno social, más amigable, para el conjunto de sus miembros. Eso suele funcionar durante un tiempo breve; pero, con el transcurrir, el Mundo y sus mareas terminan fagocitando cualquier tipo de planificación; desvirtuándola y terminar por convertirla en algo irreconocible; es decir, degenerado.


Por lo tanto, el intento de cambiar el Mundo con la intención de convertirlo algo que jamás podrá ser es Vanidad, un orgullo producto de los aires de grandeza que posee la Personalidad Humana. No podemos cambiar lo que hay, tan solo modificar, de forma temporal, su apariencia; es decir, el mismo efecto que realiza un buen maquillaje en el rostro de una Persona. El maquillaje exagerado siempre estuvo relacionado con la Vanidad y ¿Por algo será?


Es lógico y natural que cada cual, a su manera, intente modificar su entorno con el fin de conseguir una existencia más cómoda y menos violenta; pero cuando la Personalidad se cierra en la cerrazón de que lo que ella cree que es lo mejor para ella, también será lo mejor para los demás, estamos viendo un caso claro de extrema vanidad y, bueno, así se han creado las más variopintas ideologías políticas y formas de entender la vida. Muchos, cuando llegamos a éste Mundo, aceptamos esas imposiciones, de terceros, como algo natural e inevitable. Otros se rebelan e intentan oponerse para cambiarlo por las propias ideas y eso también es vanidad de vanidades.


Así, tenemos en el Mundo, desde tiempo inmemorial una guerra de vanidades donde los deseos de los unos compiten contra los deseos de los otros y, que no son otra cosa que las visiones particulares de cómo debería de ser el Mundo con el fin de ser más, lo que nuestras personalidades entienden, justo, libre, amable y vivible; es decir, un lugar propio donde poder sentir la Felicidad, un lugar en el cual poder ser verdaderamente feliz (de nuevo la utopía imposible)


Somos como ratones jugando a ser libres y felices dentro de nuestra jaula; pero, al tratarse de una mera ilusión temporal, todo termina desbordandose y volviendo la verdad a su verdadero cauce, el de que todo es una fantasía recreada dentro de un Mundo Prisión.


Ahora, cuando vuelvan a salir al mundo y algunas organizaciones altruistas y sin ánimo de lucro les inviten a transformar el Mundo para convertirlo en un lugar de Felicidad, tienen dos opciones, o rechazarlo de plano como una imposibilidad manifiesta o tomarlo como un mero juego. Todo juego posee un punto de partida y un final dónde se gana o se pierde. Si se es consciente de que todo no es más que un juego entre ratones dentro de la jaula no hay mayor mal; lo malo es cuando se pierde la noción de que solo es un juego y nos creemos, de forma errónea, con la capacidad de cambiar de forma drástica y para siempre nuestro entorno. Es entonces, cuando debemos de preocuparnos de verdad porque la Vanidad estará fructificado, y donde hay vanidad solo hay Personalidad sin cabida para el resurgir del Maestro Interior, el cual, por supuesto, nada conoce acerca de la Vanidad. Es un concepto inexistente para él; pero, en definitiva, el Maestro Interno, es el único que posee la capacidad de destruir los barrotes de la prisión virtual en la que vive atrapado por la Personalidad, la cual no podría en modo alguno, vivir fuera del entorno de la jaulas para ratones.


Aralba R+C