"La perspectiva equivocada"
Los que lleváis con nosotros algún tiempo conocéis la opinión que tenemos acerca de los egos y del Ego, la Personalidad. No creemos necesario, al menos por ahora, volver sobre este asunto; pero sí que vamos a ponernos en los zapatos de aquellos que nos observan, diseccionan y juzgan, creemos, de forma equivocada; pero nunca de cualquiera, sino solo de aquellos que, equivocadamente, creen que el ego es el enemigo a batir.
Estas personas sumergidas en un Océano de ilusión y en el que viven la fantasía de ser iniciados recibiendo los favores de unos determinados y supuestos maestros ascendidos, nos ven, debido a nuestro Conocimiento, como a personajes egocéntricos que, al parecer, según su opinión no hemos aprendido nada.
Sí, nos catalogan en el mismo estrato de los eruditos coleccionistas de información.
No juzgamos a las Personas; pero sí que debemos de hacer algo para que, de forma pedagógica, dejen de mirar la paja en el ojo ajeno y vean, de una vez por todas, la enorme viga en su propio ojo.
¿Como les podemos hacer ver que lo que ellos observan, en los demás, como egos engordados, no es otra cosa que su propio reflejo visto en el espejo que les resulta nuestro propio Microcosmos?. En numerosas ocasiones hemos tratado el peligro de juzgar a terceros y olvidarnos de nosotros mismos. Porque todos los defectos que vemos en los otros no son otra cosa que nuestros propios defectos.
Ya dijimos que la membrana de los microcosmos y que rodea nuestro campo áurico es impenetrable y, por lo tanto, es imposible cualquier tipo de posesión espiritual salvo que, de forma inconsciente, nosotros invitemos a pasar a esos espíritus molestos, generalmente arcontes. Del mismo modo, es absolutamente imposible que nosotros podamos conocer a nadie que no seamos nosotros mismos. Ya es complicado el conocerse uno a sí mismo como para ponerse a indagar en como pudieran ser los demás.
Juzgar el pensamiento o actuaciones de otros es una absoluta temeridad y lo único que demuestra son nuestros propios errores. Aquellos que somos incapaces de ver porque siempre estamos mirando hacia el lado equivocado, en lugar de hacia lo más profundo de nuestro interior y donde mora la sombra del pozo negro de nuestros desechos y desperdicios vitales.
Esa sombra es una parte de nosotros que vibra a unas frecuencias muy bajas y se encuentra a libre disposición de los arcontes. Es la sombra el modo en que los arcontes manipulan a la Personalidad, el Ego, de los humanos como si fuesen titiriteros.
Miren, el Carácter y el Ego o los egos que conforman su estructura, poco o nada tienen que ver ni con la Iniciación o con el nivel de desarrollo espiritual de nadie.
No podemos utilizar los parámetros visibles de empatía para juzgar a otros porque, con mucha probabilidad, lo que veamos de esos otros, no sea su verdadera cara sino una de las miles de máscaras que todos los seres humanos utilizamos cada día en nuestra relación con el resto de ciudadanos.
Una Persona, por ejemplo, puede aparentar ser impertinente, antisocial y arrogante; pero si se tiene suficiente paciencia para tratarlo, probablemente descubramos, pasado el tiempo, su verdadero rostro, el cual pudiera ser amable, humilde y sabio.
Si nos fijamos solo en los emogis bellos y divertidos no estaremos observando más que una capa exterior de una máscara cargada de hipocresía positivista.
Parecen emanar, aparentemente, una linda belleza espiritual cargada de grandes dosis de falsa humildad; pero cuando se sienten atacados por la crudeza de la verdad contraatacan arguyendo, siempre, el mismo argumento: "Hay individuos tan enchidos de ego que no pueden ver más allá de sus narices"
Pues bien, por sus obras los conoceréis y veréis, un verdadero iniciado no puede creer en elementos supersticiosos como pueden ser las posesiones de espíritus elementales sino de desequilibrio en la estructura jerárquica de la Personalidad. Un verdadero Iniciado jamás les hablará de canalizaciones y maestros ascendidos, sino de una jerarquía de egos y de un único Maestro Interno, Cristo. Un verdadero Iniciado o Iniciada jamás les hablará de lo peligroso que es el ego y que hay que luchar con todas nuestras fuerzas por enmascararlo, suprimirlo o destruirlo, sino de hacerlo consciente de la realidad y que esa realidad debe de pasar por convertirse en un fiel servidor de Cristo nuestro Señor, el Yo Superior, Maestro Interno o el Verdadero Ser. Un verdadero Iniciado jamás escribe en mayúsculas como si estuviese gritando cual verdulera.
Miren, por desgracia, y nunca se ha podido evitar, las enseñanzas rosacruces; el verdadero Cristianismo gnóstico, les ha servido a algunos para montar sus propias estructuras fantásticas y en las que apoyar su equivocada cosmogonía. La Imaginación, desprovista de la Razón, crea monstruos, fantasmas y duendes de todo tipo y calaña. Todo, absolutamente todo, posee siempre una explicación lógica y si no se tiene es porque aún no se ha encontrado; pero no debemos de caer en la tentación de elucubrar las más disparatadas fantasías.
La Rosacruz no se ocupa de Jerarquía angélicas o demoníacas. Tampoco de supuestos maestros ascendidos como Saint Germain, Kutumi, el Moira o el Tibetano. Eso dejémoslo para otros, pues no entra en el racionalismo lógico del estudio científico de la verdadera Rosacruz, ni, por supuesto, de nuestro Colegio.
Estas cosas duelen y duelen mucho a aquellos que, ilusoriamente, se consideran vibrar a un alto nivel; sintiéndose a punto de dar un salto cuántico hacia la quinta, la sexta o la séptima dimensión y que, en realidad, se encuentran atrapados en una prisión de realidad virtual creada por los arcontes para hacerles creer que son grandes iniciados capaces de realizar magia y taumatúrgia; pero que en realidad se encuentran más prisioneros que otros.
No quiero convertir ésta Aula en un lugar abierto a la polémica y es por ello que ni personalizamos ni indicamos con el dedo a nadie; pero sí es nuestro deseo el que se sientan aludidos aquellos que todavía creen en la reencarnación y en qué ésta está definida, junto al destino, por una serie de seres celestiales ajenos a nosotros mismos.
A nosotros, la aparente felicidad de un rostro sonriente de alguien que nos dice que la vida es bella y que el Mundo se puede salvar con un simple cambio vibratorio no nos es suficiente para convertirlo en alguien confiable. En ese sentido, me fío mucho más de un rostro cargado de melancolía y añoranza por un Hogar y unos recuerdos olvidados. En el fondo, debemos de guiarnos por nuestra intuición y nuestros instintos y, por supuesto, no creer en nada de lo que alguien nos diga y confiar en nuestra Fe: La Certeza de lo que esperamos y la convicción de aquello que sabemos que es; pero que no podemos ver.
Dejemos los ángeles, duendes y demonios para los cuentos de hadas y preocupémonos de la correcta formación de nuestro Ego e intentemos olvidarnos del de los demás, porque eso es algo que, en modo alguno, nos incumbe a nosotros y nos hace perder un tiempo muy valioso..
Aralba R+C